Si echamos un vistazo al programa educativo para las matemáticas de Primaria y gran parte de Secundaria, veremos que se reduce básicamente a los siguientes aspectos:
- dominar el cálculo mental
- manipular medidas de distinto tipo
- conocer el lenguaje algebraico
- estar familiarizado con la geometría.
Pues bien, todos tenemos en nuestras cocinas material suficiente para lograr que adquieran esos conocimientos, porque:
- tenemos fruta, verdura y legumbres para ayudarles a agilizar el cálculo mental;
- disponemos de jarras, vasos, balanzas y montones de tarros para practicar con las medidas;
- utilizamos recetas que aplicamos a un número mayor o menor de comensales empleando pequeñas ecuaciones para ello; y
- guardamos cajas, y recipientes que tienen formas geométricas.
Sólo tenemos que sentarnos con el libro de matemáticas y empezar a adaptar los problemas que plantea a lo que nosotros tenemos en nuestras cocinas. Después entrenaremos al niño en la forma de solucionar cada uno de ellos utilizando el material del que disponemos en la cocina; y por último le pediremos que trate de resolver los ejercicios propuestos por su profesor. Los resultados serán asombrosos!
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